martes, octubre 24, 2006

Vida dedicada


A veces pienso que lo mejor del entretiempo es sentirse en tierra de nadie, permitirse el lujo de ordenar uno su propia vida a partir de sus propios hitos. A ver, me explico, por razones sociales, religiosas, académicas, políticas o metereológicas, el año se divide en periodos más o menos cortos, solapados unos con otros, que van marcando el ritmo del año a diferentes beats por minuto (primavera, verano, otoño..., vacaciones, trabajo, hay liga, no hay liga, temprada de playa, temporada de lluvia, temporada de nieve, exámenes, trimestres, semestres, cuatrimestres...), qué se yo, hay mil ejemplos. Como digo, el entretiempo guarda eso intermedio que te hace disfrutar de tu independencia vital y asociar los pasajes de tu vida a tus propias manías y decoros. Para mí las canciones han logrado eso durante toda la vida, asocio diferentes momentos a diferentes canciones, cuando no es navidad, ni semana santa, ni carnaval, ni el día de la Constitución. Tengo la impresión de que no soy el único al que le ocurre esto.


"Criticar por criticar" de Fangoria

No tengo ningún elemento que me permita valorar que eso es lo mismo que les ocurre a Olvido y Nacho al tiempo que editan su último disco, "El extraño viaje", pero me gusta pensar que es así, pero también pensar que no, que no es así, que sólo es así para mí. Me encanta observar cómo Fangoria se reinventan a sí mismos con una crueldad exquisita, volviendo a apretar los botones precisos en los momentos adecuados.

Me imagino a otros muchos grupos mirando las creaciones de Alaska y Canut desde lejos, sin terminar de entender cómo el reciclaje puede ponerse tan de parte de la música pop, tratando de explicarse por qué ellos no son capaces de hacer lo mismo. Lejos de acercarse a todos esos grupos que reviven ahora sus miserias durante la década ochentera sin aportar nada (o casi nada), Fangoria se alejan cada vez más, apuntalando un estilo tan propio y tan mordaz que asustan.









Qué bonito es reinventarse, que bonito es creer, vientitantos años después, que todavía uno puede cambiar el rumbo de las cosas. Empezando por el rumbo de su propia vida. Así da gusto.